Quince años en la periferia de la periferia dan para mucho. Navarro de Castro cambió una buhardilla en Malasaña y una incipiente carrera en el mundo del cine como técnico maquinista por un refugio en un pueblo perdido en la Vega de Granada. Un camino que en su día pretendía ser de ida y vuelta a la metrópoli y que, pasado el tiempo, ha terminado por convertirse en destino único. âLos labriegos me decían que no aguantaría un invierno y aquí estoyâ. Aquí está. Con una novela de quinientas páginas bajo el brazo. Una obra que testimonia el último
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